jueves, 30 de julio de 2009

Acto Primero: Sevilla tiene "una caló" especial, Sevilla ya tiene su Jefe

...me sigue oliendo a "asaar", me gusta está con su gente (bis).

Hasta el martes 28 no supe exactamente por qué le llaman a Bruce Springsteen THE BOSS, El Jefe. Después de 2 horas y 50 minutos de concierto me quedó claro: él dijo que ponía la música, el espíritu, y nosotros, el ruido. Y dicho y hecho, no hubo más que hablar, ellos pusieron la música y una energía que nunca hasta entonces había visto en un concierto. Nosotros pusimos el ruido y nos entregamos ante una banda de sesentones que nos dejaron para el arrastre después de interpretar casi treinta canciones.

Pero empecemos por el principio. Martes, 28 de julio. Llegamos a Sevila, 15:30horas, 40-42ºC, a la sombrita. Calle Betis, primera parada y primera cerveza. Bodeguita de Antonio Romero, segunda parada y primeras lágrimas del día al jincarme el montadito de pringá. Tercera parada, Mesón de no sé qué, muy taurino, nueva tapita y nueva cervecita. Y así nos plantamos en el Starbucks junto a la Catedral. Frapucho caramelo desparramado en un sofá de la planta superior, cojiendo un poco de resuello para lo que se avecinaba después.

Avenida Torneo. Los neumáticos se derriten en la calzada. ¿Aparcamos aquí, que ya se ve el puente del Alamillo o seguimos y vemos como está el parking del Estadio? Gracias a Dios, seguimos en coche, porque de intentar llegar a pie seguramente a alguno nos da o un ataque de ansiedad o un golpe de caló.

Estadio Olímpico. 7:20 p.m. ¡Coño! Las camisetas a 30 leuros, mejor me lo pienso. Entramos, a grada, que no tenemos edad para pasar dos días haciendo cola y ser de los de la primera fila. Luego, cuando ves como disfrutaron éstos y como se portó Bruce con ellos, sí hubieran merecido esos dos días de cola para estar allí tan cerca de él.

Segundo contratiempo: la cañita de cerveza Cruzcampo a 3 euros, ¡qué le vamos a hacer!, pues a beber cruzcampo a precio de mojito, no quedaba más remedio, porque con la caló que hacía la Cruzcampo sabía a gloria, a teta de novicia (*).





(*) El autor se refiere al dulce "pecho de monja". Tómese la expresión en sentido metafórico.





jueves, 16 de julio de 2009

"Antes de dar la vuelta a la cinta...


... déjela pasar hasta el final".

¡Qué cosas! Ahora hablamos de miles de canciones, de toda una discografía entera en un pequeño iPod, y no hace tantos años (¿o sí?) apenas nos conformábamos con 10 ó 12 canciones en cada cassette.

Esta cinta es de las pocas que guardo como recuerdo, junto a una de U2, el Like a Virgin de Madonna, un par de The Police y el Thriller de Michael Jackson.




Uffffffff deseando estoy que llegue este momento en Sevilla, "Born to run", el tema que cambió la vida a Bruce y que seguramente es el que más he escuchado.


martes, 7 de julio de 2009

El Feisbus

Estaba zascandileando por el Feisbus, me da por abrir una galleta de la suerte y mira por donde me sale el mensaje: "respira tres veces y te sentirás mejor". ¡Esta gente del Feisbus como es! Ainsss!

El otro día me dio por hacer un test sobre qué personaje de series de los 80 era yo, pues estaba intrigado y hacía meses que no cabía en mí esperando que llegase ese momento. Pues me salió Mc Gyver, sí, Mc Gyver, igual que a mi hermano, que fue el primero que hizo el test. No sé, me quedé así así, pues que poco glamour, Mc Gyver, no sé, se me quedó el cuerpo como al del "Contigo no, bicho".

Todavía le estoy dando vueltas al tema Mc Guiver, como si en los 80 no hubiera o hubiese series con más encanto. Mc Guiver, ¡qué cosas!.

En fin, que esto del feisbus está muy bien porque puedes añadir amigos, todos los que quieras, sobre todo los amigos a los que nunca llamas ni nunca te llaman, vamos, los amigos esos que ya ni te acuerdas de ellos ni ellos de ti, pero que son tus amigos, digo yo.

También puedes escribir en "el muro" lo que estás haciendo o lo que estás pensando o compartir fotos con esos amigos a los que tanto les importas y que tanto te importan a ti, porque con los amigos de diario no necesitas el feisbus, porque como tienes contacto con ellos, sabes que si los necesitas están ahí (o al revés) y tienes su mail, pues eso, que mis amigos de diario son unos aburridos porque no pertenecen a La Comunidad.

¿Y lo de los test? ¿Qué me dices de los test? Mi hermana ha hecho uno muy interesante (que yo ya me he apuntado) y es sobre "qué mirlo blanco eres". También ha hecho otro sobre qué 5 cantantes te gustaría que asistieran a tu fiesta de cumpleaños, cosa que porque nunca te has parado a pensarlo, pero imagínate que me sale Bruce Springsteen o Beyoncé (bellonsí), pues sería la leche. Claro, que si me sale Michael Jackson (al llamaban como a mi perro, Jacko) y John Lenon pues como que vaya fiesta, con los dos finados de cuerpo presente.

Pues todo esto y mucho más es el Feisbus, porque yo tengo una invitación pendiente a una "norway adventure" y una solicitud para animar a un personaje y en cuanto tenga un ratillo, ¡zas!, me apunto a la aventura noruega y animo al personaje en cuestión.

Lo dicho, que el Feisbus es un gran invento, sobre todo para su creador, o si no que se lo pregunten al jefe de los James Bonds británicos, Sir John Sawers, cuya esposa se olvidó por un momento del empleo de su marido y emocionada con el Feisbus no se le ocurre otra cosa que colgar fotos de la familia con su marido el espía en gallumbos.

Y aunque no tiene nada que ver con el Feisbus, si viendo el siguiente vídeo esbozas una sonrisa o no puedes parar de reír, es seguro que vas teniendo una edad para empezar a cuidarte.


domingo, 5 de julio de 2009

"Tu gitana"

Así se llama la canción de Luar Na Lubre que todos conocemos de los spots de Galicia. Estos dos son los que más me gustan: el primero por las ganas que tengo de patearme el Camino y el segundo, por lo bien que está hecho, con las voz de Luis Tosar diciendo palabras gallegas.


Para gustos, los olores


"Boss Orange es la nueva fragancia femenina de Hugo Boss. Acaba de estrenarse y viene de la mano de la actriz Sienna Miller para pegar fuerte en este verano 2009.

Las manzanas dulces, las flores blancas y la vainilla son las notas predominantes de este perfume. Frutas, flores y un toque dulce, lo que lo hace ideal para el verano. Algo fresco, sensual, pero que no empalaga.

El target de clientes serán mujeres jóvenes y aventureras , con espíritu libre y desenfadado, que buscan un aroma dulce y sensual."

Pues eso, yo lo he olido y claro que me gusta, ¡es tan fresco y aventurero!. Ah! Y el frasquito en cuestión tiene un diseño de formas sinuosas en el que cada una de ellas simbolizan los siete chacras del cuerpo humano y la fragancia representa la energía que fluye en el organismo, que pretende representar a la mujer moderna. Todo muy bonito, pero el frasco no cierra bien y parece cosa de diseño.

En fin, que estaba yo pensando que por cuánto saldrá el frasco que sostiene Sienna en la foto, porque si los 50cl salen por 50 euros, el bote de a litro tiene que salir proporcionalmente más económico. Digo yo.

miércoles, 1 de julio de 2009

ALARM

Viejo, sordo, incontinente

(Elvira Lindo, El País, 21 de junio de 2009)

Mi perro es bastante viejo. Casi dieciséis años. Hace casi dieciséis años iba yo zascandileando por Chueca cuando vi en la jaulilla de una pajarería un yorkie diminuto, más parecido a un murciélago que a un perro. Lo compré. Yo no sabía mucho de perros hasta entonces. Ahora sé casi todo. Tras años de estrechísima convivencia (me ha seguido con admiración en todas mis actividades diarias, sin exclusión) casi me atrevo a decir que nadie me ha querido tanto como él. No hay cariño de un hombre que se ponga a la altura de semejante enamoramiento. Las visitas han sido testigos de la fascinación que el pequeño murciélago ha sentido siempre por mí. Me sentaba a comer y me miraba desde abajo como diciendo, "mírala, qué bien mastica". Me echaba la siesta y él se la echaba conmigo; debía de presentir el momento en que yo iba a abrir los ojos porque, cuando me despertaba, lo primero que encontraba eran los ojos negros bajo el flequillo perlado. Tampoco me quitaba ojo mientras escribía columnas, novelas, guiones, "no hay otra como ella -parecía pensar-, algún día, este país le dará el lugar que le corresponde: el Parnaso". Sé que hay lectores que considerarán pueril mi relato. Lo asumo. Si Hitchcock abominaba de rodajes con perros y niños, también hay lectores que en cuanto ven que un artículo se llena de animales, pasan la página. Que la pasen. Es una aspereza típicamente española. Ésa es una buena razón para hojear de vez en cuando la prensa internacional.

El otro día, en The Washington Post, venía un extracto conmovedor de Old Dogs, de Gene Wengarten y Michael S. Williamson, un ensayo sobre la experiencia de convivir con perros viejos. Uno de los autores recuerda con nitidez el día en que sintió que su perro comenzó a envejecer. Yo también lo tengo fechado: mi perro se hizo viejo el primer invierno que pasó en Nueva York. En otoño, la ciudad le volvió loco. En contraste con los educadísimos perros neoyorquinos, el mío, iba cruzándose de lado a lado de la acera, queriendo atrapar todos esos olores a mierda de las alcantarillas, a flores de los coreanos, a esas bolsas enormes de comida que tiran por la noche y en la que, si te fijas con atención, ves moverse a las ratas por debajo del plástico negro. Pero llegó el frío hiriente, ese que te quema la cara y te agarrota las manos, y el pobre empezó a andar de puntillas como un Chiquito de la Calzada a cuatro patas. Sucumbí ante eso que hasta hacía un año me parecía una bobada anglosajona: el abriguito. Y es que un perro de Chueca no estaba hecho para esos hielos. Tampoco para los calores agosteños. Recuerdo una mañana ardiente de verano, tras hacerle andar cinco kilómetros por la avenida Madison, que el pobre se me desparramó en el charco de agua que se forma bajo los quioscos de flores y ya no hubo manera de que anduviera. Me lo llevé a casa en brazos con la pelambre chorreando. Ay, esos mis primeros tiempos de soledad. Él provocaba que me saludaran los niños y las viejas. Alguna vez que nos ausentamos de la ciudad, vivió en casa del escultor Leiro y se convirtió en un personajillo querido y célebre entre los vecinos de aquella zona de Tribeca. Sí, yo presentía que se estaba haciendo viejo. Al principio fue un cambio sutil. De joven, había sido como ese chihuahua argentino del chiste que vive en Alemania y le dice a otro perro, "yo en mi país era un dóberman". Él siempre se había considerado un dóberman. Era mi perro de defensa, no es broma. En cuanto llegaba alguien a casa esos cinco kilos se enredaban entre las piernas de la visita, que se quedaba atónita, aturdida. Pero ese espíritu chulesco se fue aplacando; a esta nueva paz contribuyeron la ceguera y la sordera. Pero en vez de reaccionar con frustración y tristeza, como haría un ser humano, mi perro viejo fue optando por la tranquilidad de espíritu.

Ahora, no me cabe duda, es un sabio. En verano encuentra el rincón más fresco, en invierno el rayo de sol más sabroso; no tiene prisa por levantarse, si tú te levantas a las doce él se levanta a las doce, si tú te levantas a las ocho él se levanta también a las doce; ya no quiere alejarse más de cien metros de casa, cuando llega a la esquina, se da media vuelta y da por finalizado el paseo; prefiere dar paseíllos por el patio, como si fuera un jardinero experto, disfrutando del olor de cada hoja; y si se mea (lo que ocurre con cierta frecuencia) ya no corre a esconderse bajo el sofá con miedo a ser castigado. Cuando te ve acercarte con la fregona, te mira como diciendo, "tengo derecho a mearme, soy un viejo incontinente". Un amigo me dijo un día, "me encantan los perros, pero no los tengo porque su ciclo de vida es demasiado corto". Es cierto. Pero hay algo tan digno en su vejez, esa capacidad para convertir las limitaciones físicas en placidez contemplativa, que su actitud se convierte en una lección diaria. Cierto es que a veces echo de menos esa adoración sin límites que le hacía mover la cola sólo por el hecho de que yo le mirara. Hemos cambiado los papeles, ahora soy yo quien de vez en cuando se acerca a su cojín. Le miró esos ojos como canicas que miran sin ver y le digo, "cuánto te admiro". Y él ronronea, entiende mi admiración. Es un viejo con la autoestima por las nubes.