lunes, 15 de febrero de 2010

Déjame entrar

Tarde de domingo rara, hace frío, el cielo está gris plomizo y a lo lejos se oyen los tambores de las comparsas que desfilan por las calles de Badajoz. En la tele, las películas de los domingos por la tarde: que si una de misterio en un lago, que si otra con vecinos excesivamente agradables que esconden macabros misterios en sus sótanos, que si la vecina que se enamora obsesivamente del vecino padre de familia feliz y no para hasta destrozarle la vida,..., ¿por qué será que los vecinos dan tanto juego en este tipo de telefilms?, ¿por qué nos dan tanto miedo los vecinos?

Ante este panorama lo mejor es encender el dvd y poner una película película, de esas que no suelen estrenar en nuestro Cine Conquistadores (íbamos a ir a ver a George Clooney en "Up in the air", pero sólo ha durado en este triste cine 7 días) y hoy tocaba "Déjame Entrar".

No tenía ninguna referencia de ella y desconocía de qué iba, quizá por eso la sorpresa ha sido mayor y más agradable. Comienza con un interminable plano en silencio con los títulos de créditos en los que se adivina más de un nombre que nos recuerda al catálogo de Ikea y poco a poco descubres que no se trata de una película de vampiros más.

En diciembre tuve la desgracia de tener que aguantar en una reunión familiar la primera entrega de la trilogía Crepúsculo, con vampiros muy bellos, una exhibición de efectos especiales y una historia que a los 5 minutos hace que te preguntes si con cuarenta años uno tiene edad de ver esta película para treceañeros con hormonas disparadas.

No voy a contar de qué va Déjame Entrar, ya he dado una pista sobre que no es otra película más de vampiros, sólo decir que es una historia de sentimientos de dos chaveles de 12 años con la necesidad de encontrar un amigo que le ayude a superar la soledad que están sufriendo.

Así que si buscas una película diferente en todos los sentidos, ahí tienes "Låt den rätte komma in", que aunque lo parezca, no es el nombre de una estantería de Ikea ni de ninguno de sus sonrientes diseñadores.





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