Es una máxima: las pijas feas están como amargadas. Suelen ser rubias forzadas, a base de tinte lo intentan, pero las cejas las delatan. Tienen el ceño fruncido, como si les hubiese dado un aire, un aire al nacer o un aire al verse por primera vez en el espejo.
Son feas, como pegarle a un padre. Algunas lo intentan esconder bajo un sombrero estiloso, sombrero que en una chica normal quedaría bonito y a ellas les queda más feo que un pie, como la que ha provocado que me ponga a escribir sobre ellas.
Otras lo intentan con un maxi bolso de CH o un shopping de TOUS o llevando adosado a un cachorro de las Nuevas Generacines del PP, pero ni por esas, ya pueden tener apellido compuesto y soñar con las fotos de su boda en el HOLA!, que al final no conseguirán ni aparecer en una ilustre y rancia esquela del ABC.
Porque se puede ser feo/a y asumirlo con dignidad. ¿Qué importa cómo se sea físicamente? ¿Qué más da?
El problema de las pijas feas es que nunca lo asumirán y culpan de su eterno complejo a las chicas normales que están detrás de un mostrador e intentan atenderlas con amabilidad, como a cualquier persona, pija o no, fea o no. Ellas responden con altanería y desprecio, y muestran su colmillo retorcido.
Llaman de forma despectiva "chica" o "chiqui" para que las atiendan sin reparar si se están dirigiendo a la dependienta, a la encargada o a la propietaria del negocio, en definitiva, a una persona con nombre, apellidos y educación. Les da igual, no suelen tener más de dos dedos de frente, de ahí que el sombrero estiloso lo lleven por debajo de las cejas azabache y que su CV se reduzca a unas prácticas en un Caja de Ahorros, a un contrato de tres meses en la Diputación (donde está tito Pucho o tita Cuca) y a estar recogidas en la empresa de papá amargando la vida a los que trabajan con ella.
Carecen de personalidad y gusto, normalmente buscan la marca que han escuchado o que le han visto a otra chica y preguntan si tienes "Uno por 50" o "Uno con 50", les da igual, total, aunque tengas "Uno de 50" nunca lo van a comprar, porque al girar la etiqueta y ver el PVP se echarán atrás y dirán que "los pendientes pesan mucho" o "me lo llevaría si lo tuvieras en negro". Eso sí, a la primera oportunidad se presentará el cachorro del PP en busca de los pendientes o del colgante marrón, porque si es regalado pesa menos o da igual el color, siempre que lleven la chapita de "Uno de 50", que ellas seguirán leyendo "Uno con 50".
Como también piensan, inocentes ellas, que la camiseta o el vestido les va a quedar igual de bien que a la Eugenia Silva de la foto del display de Jordi Labanda (algunas le llaman Jordi Labordeta ¿?) y luchan por embutirse en una talla pequeña que lo único que hace es resaltar más sus imperfecciones y su tipo morcillesco (¡viva la chicas con curvas!, ¡viva Beyoncé (bellonsí)!)
Es como si yo pensara que por tomarme un nespresso o un martini con bigotino me iba a parecer a George Clooney. Pues no, yo soy un chico con curvas y de tableta, la de nestlé de por las noches.
En fin, que no hay peor cosa que ser pija y fea, bueno, sí hay algo peor: ser pija, fea y "desperrá", y yo me he desahogado bien después de un día de estar de pie detrás de un mostrador atendiendo a gente estupenda y educada y alucinando con especímenes de gesto adusto y colmillo retorcido.
Para un privilegiado como yo es imposible comentar los sentimientos que me produce el contemplar esta fotografía que vi publicada hace unos días en El País, sentimientos que estarán a años luz de lo que sentiría si estuviese junto a estos niños y viera su situación sobre el terreno.
A unos 50 ó 60 metros de nuestra tienda comienza una sucesión de varios comercios regentados por chinos (iba a escribir "de color amarillo" o "de origen oriental"). Me llamó la atención que hace unos días traspasaban el más cercano, uno que está centrado en la venta de ropa (iba a decir "confección").
Ya han quitado el cartel de "se traspasa" y en la puerta, el sábado, estaba un chino fumando, lo que también me sorprendió, porque es casi tan raro que estén en la puerta fumando, en lugar de estar reponiendo mercancía, como encontrar a un finado oriental tras una lápida en el cementerio.
Me imagino que la crisis también ha hecho mella en el sector "del chino" y de ahí la razón del traspaso, aunque lo que a un occidental en estos momentos resultaría imposible, ellos lo han conseguido en pocos días.
Hacía mucho tiempo que no entraba en uno de estos "grandes almacenes", pero se acercaba la ola de frío y había que comprarle un "jersele" a Yako que le cubriese el espinazo. Yako nunca ha sido "de marcas" y la ventaja de tener un schnauzer a un niñato de los de ahora es que sabes que nunca te va a tirar el "jersele" a la cara por no ser de La Martina. Le compramos un polo de rayas, que como decía Obelix, estiliza más la figura que los cuadros.
Aprovechando la estancia, me estuve fijando en la gran cantidad de artículos expuestos, en que ya les ponen anti-hurto a muchas prendas, en que siguen pasando del código de barras occidental y prefieren la pistola que imprime las pequeñas etiquetas adhesivas de color amarillo y en que los precios siguen siendo redondos, eso de que terminen en 90 ó 95 ó 99 lo dejan para los occidentales.
Por supuesto, al pagar el cajero-propietario no hizo intención de darnos ticket, ni preguntó si queríamos ticket-regalo, es más, la caja estaba sin conectar, ¿para qué?, ellos cambian el artículo por otro sin necesidad de justificante de compra.
Me preguntaba cómo pueden hacer inventario si los artículos no tienen ni una mísera referencia. Me preguntaba cómo pueden conocer el beneficio si no registran las ventas. Me preguntaba si conocen los términos "amortización", "provisión", "periodificación", "cuenta de crédito", "notario". Me preguntaba si los que allí estaban trabajando cotizan todos a la Seguridad Social, si tienen su estudio de Prevención de Riesgos, si tienen hojas de reclamaciones, si pagan en canon de los piratas de la SGAE,...
Y me acordaba de la sanción que le habían puesto a un comercio recién inaugurado que está junto al nuestro por no tener en castellano las instrucciones de lavado y cuidado de las prendas o de la multa que le habían puesto a otra vecina por no tener todos los artículos del escaparate con el precio visible.
Me preguntaba si en este juego todos somos iguales y me contesté que se supone que sí, pero unos más iguales que otros.
Nunca había estado en el COC (Centro de Ocio Contemporáneo), que está a 5 minutos de mi casa. Ayer, al mediodía, después de tomarnos 20 de los "100 Montaditos" con los AMIGOS Isa y Antonio, decidimos que por la noche nos tomaríamos un sandwich rápido en mi casa y nos iríamos al COC, que había sesión de JAZZ.
Pues dicho y hecho, a las 21:30 estábamos cenando en mi casa unas hamburguesas caseras de Pavo-Pollo, con su lechuguita, su cebollitapochada, su lonchita de queso El Caserío, su rodajita de tomate y su poquito de mix tomate frito-mayonesa, todo hecho sin pizca de grasa en la Princess (un invento para estas cosas). Vamos, lo que viene a ser un fast-food en toda regla (no confundir con fast-fuck, que es "altra cosa").
De postre, nada de mega-calorías de los "sandy" del BurguerKing: otro mix, de helado de vainilla con nueces de Macadamia, sobre coca de chocolate y nata montada con fideos de chocolate. ¡Algo ligerito!
A las 22:30 estábamos entrando en el COC sin saber quién actuaba esa noche. De repente, ¡coño! primero Isi, al fondo Pedro, y así muchas caras conocidas, pero lo último que podíamos pensar es que iban a actuar la "banda" (en el mejor sentido) de amigos y conocidos que forman "Desesperar Jamais", con su repertorio de música brasileira.
Pues sí, allí estaban ellos, los diez, en un escenario minúsculo lleno de cables e instrumentos, y a 2 ó 3 metros estábamos nosotros, sentados en primera fila, acompañados de cuatro Mahou, observando atentamente cómo interpretaban los temas y siguiendo el ritmillo con los pies y las manos.
Me gustó el concierto y el final, con el tema de la Cachuela (que es buena para el corazón, como todos sabemos) interpretada por un Javier Monterrey al que sólo le faltó romperse la camisa y un zapateo final a lo Farruco en un instante final de éxtasis máximo.
Después unas cervecitas allí mismo, de charleta con los dos buenos amigos, y para casa, que era buena hora todavía para poder aprovechar la mañana siguiente del sábado.
Y fue llegar a casa y después de desprendernos del olor a tabaco y ambiente del COC, pusimos la tele y ahí estaba el "amigo" Ostarcevic, en el programa de la Patiño y Cantizano, que venía a contar cómo a él también le había pillado la crisis.
Que si una hipoteca de dos mil, que si ya no le salen "bolos", que si tal, que si cual, en definitiva, que la crisis no distingue entre curritos y vividores y a éstos también les ha pillado. Eso sí, la Patiño le decía que dónde había echado las "perrinas" que había ganado estos años a base de dejarse ver en fiestas de medio pelo, con chicas de medio pelo que mataban por esas carnes bronceadas y prietas (¿prietas?), y vistiendo coloridos trajes de una intensidad cromática que ni la paleta del propio Barceló.
Eso sí, de trabajar o de haber cotizado para tener derecho al "paro", nada de nada, así que aprovechando unos momentos de confusión decidimos apagar la TV y marcharnos a nuestros aposentos, pues no merecía la pena gastar luz en semejante personaje.
Esta chica posaba hace un par de años en París, en Montmartre, en la plaza donde están todos los pintores a la caza del turista despistado. Supongo que en este momento se parecerá más a la chica del lienzo, pues el viejo pintor y sus viejas manos no estaban retratando a la cría que aparece al fondo, más bien parece que estaba pintando cómo será cuando tenga unos añitos más.
La chica posaba paciente, sonriendo levemente ante la atenta mirada de sus padres y de los curiosos que nos parábamos para ver si el pintor estaba acertado o no con su retrato. Desconozco el nombre de ella, la nacionalidad, lo desconozco todo, pero nunca se sabe, lo mismo un día recibo un mail de ella diciéndome que se ha visto en mi blog, por eso he subido la foto sin reducirla, por si la encuentra y se la quiere quedar, porque realmente ella es la verdadera protagonista de la foto, por eso sale perfectamente enfocada.
Hacía tiempo que no escuchaba esta canción de Presuntos Implicados. El sábado pasado, sábado de pasión en STRASS, de los sábados más largos por el poco movimiento que hubo, de repente "saltó" esta canción en el cd que había grabado esta semana mi hermana bloguera Geli. Disfruté escuchando de nuevo la voz de Sole en una de las canciones que más me gusta de este grupo.
"Gente que se despierta cuando aún es de noche y cocina cuando cae el sol, gente que acompaña...gente que va de frente, que no esquiva tu mirada...que nos renueva la esperanza de un día vivir en paz..."
Me gusta observar la gente, tras los cristales del Café Comercial, en la terraza al atardecer en el Café del Nuncio, desde la primera planta de los Starbucks de Gran Vía o Arenal, en la sección de libros de viajes de La Casa del Libro, en la de comics de FNAC, a los que esperan junto al Oso y el madroño en Sol, a los que hacen cola en la acera antes de comprar suerte en Doña Manolita, a los que se suben en los hombros de sus padres para ver Cortilandia, a los que se chocan contigo por las aceras de Fuencarral, a los que pasean su poderío por Ortega y Gasset o Serrano, a los que duermen o leen en el metro,..., está bien dejar pasar el tiempo observando a la gente.
Dejando a un lado que el Barceló que más me gusta es el que va acompañado de unos cubitos de hielo, un poco de limón exprimido y coca-cola, coca-cola (la que lleva azúcar y cafeína), debo reconocer que hay algo en la obra de Miquel Barceló que siempre me ha atraído.
Yo he tenido la suerte de ver, cuando era más pequeño, cómo mi padre o mi abuelo de un trozo de madera sacaban un rostro o una mano, con la única ayuda de unas gubias golpeadas con una maza (que yo conservo) o con la palma de una mano encallada. También he tenido la suerte de disfrutar viendo cómo unos simples trazos hechos con un lápiz de carpintero adelantaban lo que posteriormente sería un mueble de madera.
Así la dificultad que tengo de entender y valorar la obra de Barceló, pese a que reconozca cierta atracción. Lo que no puedo entender, ni entenderé, es la postura de los políticos que adulan su obra con el único fin de su beneficio personal, para satisfacer su ego de protagonista y para completar su colección de fotos, pese a reconocer en privado lo que a los ojos de cualquier mortal de primeros de siglo XXI no deja de ser un gotelé exagerado revestido de 35 toneladas de pintura derramada a su antojo. Con esto no digo que dentro de 100, 200 ó 500 años esta cúpula sea una obra maestra equiparable a la Capilla Sixtina, como dice Moratinos, pero para esa fecha yo no estaré aquí y dudo mucho que los goterones también estén.
Eso sí, si me paro a observar con detenimiento la cúpula y sus estalactitas con esa mezcla de colores surge en mi una sensación que ratifica la absoluta negatividad del universo, el odioso vacío solitario de la existencia, la nada El predicamento de un hombre dedicado a vivir en una desierta eternidad sin Dios como una diminuta...
Por un lado, leo que la cúpula de Barceló nos ha costado 20 millones de euros. Por otro lado, Médicos sin Fronteras me pide una aportación adicional como socio para salvar las vidas de 20 millones de niños de entre 0 y 2 años (con 39 euros pago el tratamiento de uno de estos niños).
Por un lado, la ONU celebra la inauguración de esta sala de juntas reformada con 20 millones de euros de dinero español. Por otro lado, la OMS (es decir, la ONU) celebra su 60 aniversario y fija en 750 millones de euros el coste de tratar a los 20 millones de niños.
Por un lado, nuestro ministro Moratinos habla de "la Capilla Sixtina del siglo XXI". Por otro lado, Miquel Barceló dice que "lo peor de todo esto es que me hayan comparado con Miguel Angel, con lo de la Capilla Sixtina del siglo XXI. ¡Por favor! ¡Un poco de vergüenza!" y añade: "he aprendido a cuidarme de los políticos".
Por un lado, la sala de juntas se llama "Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones". Por otro lado, la OMS (es decir, la ONU) habla del notable retraso para el logro de los "Objetivos de Desarrollo del Milenio" que acordaron en septiembre de 2000 los Jefes de Estado de 189 países para "erradicar la pobreza extrema y el hambre en el 2015".
Mientras tanto, según la OMS (es decir, la ONU), este año han muerto, están muriendo y morirán 11 (ONCE) millones de niños menores de cinco años de edad.
Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna… " Groucho Marx (léase con la voz en off de Groucho)
Pues sí, como diría también el gran Bogart, "muchacho, la felicidad esta hecha de pequeñas cosas" (léase con la voz en off de Humphrey).
Así termina el último "post" del blog de mi hermana Geli (http://gelice.blogspot.com/2008/11/pequeas-cosas.html) y así empieza el mío esta semana, con una pequeña cosa, el premio que nos ha tocado en la quiniela a los cuatro de la Peña: Mata, Pitera, Rafa y un servidor. Gracias a la columna que rellenó Rafa, hemos acertado 11, lo que se traduce en un "premio" de 1,56 euros.
Reconozco que un sudor frío recorrió mi espalda cuando empecé a comprobar los resultados pronosticados por Rafa y fue enorme la alegría que me llevé cuando comprobé que tenía 3 fallos. "Ufff", exclamé antes de respirar profundamente. ¿Y por qué?, se preguntarán vuestras mercedes.
Pues por algo que nunca se debe hacer: comprobar una quiniela cuando no se ha sellado y más si la haces con el resto de la "Peña", porque puede tener efectos negativos muy poco deseables, directamente proporcionales al importe del ficticio premio.
Y todo por una cadena de hechos que me llevaron no sólo a no poder sellar la quiniela sino a olvidarme de enviar los "sms" advirtiendo del hecho, para que luego no hubiese malos rollos. Desde el viernes a las 14:00 horas se puede decir que no paré hasta el sábado a las doce y pico de la noche.
Primero, la peluquería, necesitaba un corte de pelo como el comer. Después, la limpieza de la casa, no muy necesaria, pero había que hacerla. Posteriormente, la preparación de la cena a los invitados de esta noche, precisamente los 3 compañeros de la peña y sus parejas (como los últimos se fueron a las 4 de la madrugada, el despertar del día siguiente no fue precisamente al alba). Y el sábado, otro compromiso, una salida a tomar unas cañitas que se prorrogó hasta las 11 de la noche.
Y ayer, cuando me acordé por la noche pensé que ya era demasiado tarde y que, si nunca hemos acertado nada, mucha casualidad sería que precisamente ahora nos tocase una de 15.
De ahí mi alegría esta mañana al comprobar que habíamos sido premiados con 1,56 euros, que gustosamente pondré de mi bolsillo y "santas pascuas" que diría Papá Noel. Por eso lo escribo aquí, porque como este blog no lo lee nadie, nadie se va a enterar de lo sucedido.
Así que gracias a esos tres fallos esta semana volveremos a sellar la quiniela (nunca más volveré a pasar este mal trago) y cada uno seguirá soñando con sus pequeñas cosas. El Pite, con su pequeña isla del Pacífico Sur. El Mata, con su pequeña mansión sin vecinos adosados y piscina a compartir. El Rafa, con su nuevo ático en el Centro y su nuevo trabajo de autónomo sin jefe al que rendir cuentas. Y yo haré realidad el sueño de ir vestido con gabardina, sombrero de ala corta, cigarrillo ladeado y entrando en el Santander o en Bankinter diré al director:
- Muchacho, todo en la vida se acaba y nuestra relación ha tocado a su fin.
- Pero...
- No hay peros que valgan, caput, se terminó.
Y tanto que se terminó. A partir de ahora, bancos, los del parque, pues repartiendo mi parte entre los años de esperanza de vida que tiene un varón español en la Comunidad de Extremadura, me salían unos 42.000,00 (*) euros netos anuales, lo que dividido entre 12 meses me permitirá dedicar seis meses al año a viajar con mi Manu, conocer sitios y gente que merezcan la pena y, sobre todo, a sentirme a gusto con lo que hago, con gente a la que pueda echar una mano, porque puede ser que, como reza la campaña que van a poner en los autobuses de Londres, "probablemente Dios no exista, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida".
(*) Quien dice 42.000,00, dice 84.000,00, total, soñar no cuesta dinero.
Debe ser uno de los sitios más fotografiados del mundo, el Puente de Carlos, en Praga. No me gusta nada salir en las fotos, pero hay veces que no tengo más remedio que dejar constancia de que también estuve allí, por eso llevo el mini-trípode, que también me ayuda a hacer fotos sin flash.
Esta me gusta porque muestra una serena tranquilidad. Tranquilidad que teníamos nosotros, de vacaciones, sin horarios, a miles de kilómetros de nuestras obligaciones, de nuestra rutina, tranquilidad aparente en un puente mágico sobre el Moldava, un puente atestado de turistas desde primera hora de la mañana hasta última hora de la noche, con músicos, pintores, marionetas,...
Tranquilidad en una ciudad amable, de gente amable, sin problemas para coger el Metro por la noche, desde Muzeum a Budejovická, siempre atentos para escuchar, antes de cada estación, la expresión "Pristí stanice...". Tranquilidad de un hotel, el Barceló Praha, pared con pared con un cementerio, cuya vida me gustaba observar desde la ventana de nuestra habitación.
Tranquilidad la que se respiraba al entrar en el Ebel Coffee House, en el patio de Tyn, y saludar con el "hola checo" Dobry den antes de pedir un capucciono y planificar la ruta diaria con el plano y la lonely planet.
Hay algo especial en Praga que me atrae, que hace que me sienta tan a gusto en una ciudad de un idioma imposible, con palabras sin vocales y acentuadas, imposibles de abordar e imposibles de adivinar su significado. Me gustó en el año 1991, con pocos turistas, sin McDonalds, con la cervecería de la calle Karlova donde pasamos buenos ratos o el restaurante de Malá Strana donde comimos los siete por menos de 700 pesetas en total, incluida la cerveza, o las entradas gratis a la Sinagoga, al Cementerio Judío de Josefov y al Callejón Dorado donde vivió Kafka, o aquella noche en la que comimos obleas sentados en los adoquines de la Plaza de la Ciudad Vieja mientras escuchábamos a un grupo de jazz.
Y me gustó en el 2007, con sus MacDonalds, sus tiendas de suvenirs de la calle Karlova, su H&M o su Mango, con sus entradas a precio occidental para visitar cualquiera de los sitios de interés o sus cuadros de Alfons Mucha.
Me gusta Praga, me siento feliz allí y espero volver pronto de nuevo.
Londres, agosto de 2006, justo donde se juntan Old Bond St. y New Bond St. te encuentras con estos dos personajes: Roosevelt y Churchill, en animada conversación, a la espera de que algún turista se siente entre ellos y participe de ella.
Y ahí se sentó mi Manu. Fue un instante y nunca me dijo de qué hablaron, pero sólo hay que ver su expresión y la del presidente americano para darse cuenta que bromeaban sobre algo o sobre alguien. Mientras, Churchill se acercaba no sé si con la intención de enterarse de lo que estaban hablando o con el objeto de olfatear la ensortijada cabellera de mi Manu. Eso sí, todo un caballero, alejó el puro de bronce, seguramente para no molestar a la turista española.
Me fijo en que ambos gobernantes tienen las rodilleras gastadas, con brillo, seguramente de la cantidad de paseantes que posan sus posaderas en sus resistentes piernas, abusando de la paciencia de ambos. También me llama la atención que ninguna de las figuras ni el banco que las sostiene sirve de soporte o lienzo para alguno de esos "artistas" callejeros que armados de esprays de colores estampan su firma o su saber hacer "artístico", como ocurre en mi ciudad y en otras ciudades españolas.
El caso es que yo estuve allí, pude congelar el momento y aunque no me pude sentar con ellos, por el escaso espacio, me gustó el resultado, como me gustó el viaje en tren desde Madrid (sí, desde Madrid), como me sorprendió gratamente Londres y como me gusta recordar aquellos días de verano del 2006.