Nunca había estado en el COC (Centro de Ocio Contemporáneo), que está a 5 minutos de mi casa. Ayer, al mediodía, después de tomarnos 20 de los "100 Montaditos" con los AMIGOS Isa y Antonio, decidimos que por la noche nos tomaríamos un sandwich rápido en mi casa y nos iríamos al COC, que había sesión de JAZZ.
Pues dicho y hecho, a las 21:30 estábamos cenando en mi casa unas hamburguesas caseras de Pavo-Pollo, con su lechuguita, su cebollita pochada, su lonchita de queso El Caserío, su rodajita de tomate y su poquito de mix tomate frito-mayonesa, todo hecho sin pizca de grasa en la Princess (un invento para estas cosas). Vamos, lo que viene a ser un fast-food en toda regla (no confundir con fast-fuck, que es "altra cosa").
De postre, nada de mega-calorías de los "sandy" del Burguer King: otro mix, de helado de vainilla con nueces de Macadamia, sobre coca de chocolate y nata montada con fideos de chocolate. ¡Algo ligerito!
A las 22:30 estábamos entrando en el COC sin saber quién actuaba esa noche. De repente, ¡coño! primero Isi, al fondo Pedro, y así muchas caras conocidas, pero lo último que podíamos pensar es que iban a actuar la "banda" (en el mejor sentido) de amigos y conocidos que forman "Desesperar Jamais", con su repertorio de música brasileira.
Pues sí, allí estaban ellos, los diez, en un escenario minúsculo lleno de cables e instrumentos, y a 2 ó 3 metros estábamos nosotros, sentados en primera fila, acompañados de cuatro Mahou, observando atentamente cómo interpretaban los temas y siguiendo el ritmillo con los pies y las manos.
Me gustó el concierto y el final, con el tema de la Cachuela (que es buena para el corazón, como todos sabemos) interpretada por un Javier Monterrey al que sólo le faltó romperse la camisa y un zapateo final a lo Farruco en un instante final de éxtasis máximo.
Después unas cervecitas allí mismo, de charleta con los dos buenos amigos, y para casa, que era buena hora todavía para poder aprovechar la mañana siguiente del sábado.
Y fue llegar a casa y después de desprendernos del olor a tabaco y ambiente del COC, pusimos la tele y ahí estaba el "amigo" Ostarcevic, en el programa de la Patiño y Cantizano, que venía a contar cómo a él también le había pillado la crisis.
Que si una hipoteca de dos mil, que si ya no le salen "bolos", que si tal, que si cual, en definitiva, que la crisis no distingue entre curritos y vividores y a éstos también les ha pillado. Eso sí, la Patiño le decía que dónde había echado las "perrinas" que había ganado estos años a base de dejarse ver en fiestas de medio pelo, con chicas de medio pelo que mataban por esas carnes bronceadas y prietas (¿prietas?), y vistiendo coloridos trajes de una intensidad cromática que ni la paleta del propio Barceló.
Eso sí, de trabajar o de haber cotizado para tener derecho al "paro", nada de nada, así que aprovechando unos momentos de confusión decidimos apagar la TV y marcharnos a nuestros aposentos, pues no merecía la pena gastar luz en semejante personaje.
Pues dicho y hecho, a las 21:30 estábamos cenando en mi casa unas hamburguesas caseras de Pavo-Pollo, con su lechuguita, su cebollita pochada, su lonchita de queso El Caserío, su rodajita de tomate y su poquito de mix tomate frito-mayonesa, todo hecho sin pizca de grasa en la Princess (un invento para estas cosas). Vamos, lo que viene a ser un fast-food en toda regla (no confundir con fast-fuck, que es "altra cosa").
De postre, nada de mega-calorías de los "sandy" del Burguer King: otro mix, de helado de vainilla con nueces de Macadamia, sobre coca de chocolate y nata montada con fideos de chocolate. ¡Algo ligerito!
A las 22:30 estábamos entrando en el COC sin saber quién actuaba esa noche. De repente, ¡coño! primero Isi, al fondo Pedro, y así muchas caras conocidas, pero lo último que podíamos pensar es que iban a actuar la "banda" (en el mejor sentido) de amigos y conocidos que forman "Desesperar Jamais", con su repertorio de música brasileira.
Pues sí, allí estaban ellos, los diez, en un escenario minúsculo lleno de cables e instrumentos, y a 2 ó 3 metros estábamos nosotros, sentados en primera fila, acompañados de cuatro Mahou, observando atentamente cómo interpretaban los temas y siguiendo el ritmillo con los pies y las manos.
Me gustó el concierto y el final, con el tema de la Cachuela (que es buena para el corazón, como todos sabemos) interpretada por un Javier Monterrey al que sólo le faltó romperse la camisa y un zapateo final a lo Farruco en un instante final de éxtasis máximo.
Después unas cervecitas allí mismo, de charleta con los dos buenos amigos, y para casa, que era buena hora todavía para poder aprovechar la mañana siguiente del sábado.
Y fue llegar a casa y después de desprendernos del olor a tabaco y ambiente del COC, pusimos la tele y ahí estaba el "amigo" Ostarcevic, en el programa de la Patiño y Cantizano, que venía a contar cómo a él también le había pillado la crisis.
Que si una hipoteca de dos mil, que si ya no le salen "bolos", que si tal, que si cual, en definitiva, que la crisis no distingue entre curritos y vividores y a éstos también les ha pillado. Eso sí, la Patiño le decía que dónde había echado las "perrinas" que había ganado estos años a base de dejarse ver en fiestas de medio pelo, con chicas de medio pelo que mataban por esas carnes bronceadas y prietas (¿prietas?), y vistiendo coloridos trajes de una intensidad cromática que ni la paleta del propio Barceló.
Eso sí, de trabajar o de haber cotizado para tener derecho al "paro", nada de nada, así que aprovechando unos momentos de confusión decidimos apagar la TV y marcharnos a nuestros aposentos, pues no merecía la pena gastar luz en semejante personaje.
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