sábado, 29 de noviembre de 2008

Las pijas feas están como amargadas.

Es una máxima: las pijas feas están como amargadas. Suelen ser rubias forzadas, a base de tinte lo intentan, pero las cejas las delatan. Tienen el ceño fruncido, como si les hubiese dado un aire, un aire al nacer o un aire al verse por primera vez en el espejo.

Son feas, como pegarle a un padre. Algunas lo intentan esconder bajo un sombrero estiloso, sombrero que en una chica normal quedaría bonito y a ellas les queda más feo que un pie, como la que ha provocado que me ponga a escribir sobre ellas.

Otras lo intentan con un maxi bolso de CH o un shopping de TOUS o llevando adosado a un cachorro de las Nuevas Generacines del PP, pero ni por esas, ya pueden tener apellido compuesto y soñar con las fotos de su boda en el HOLA!, que al final no conseguirán ni aparecer en una ilustre y rancia esquela del ABC.

Porque se puede ser feo/a y asumirlo con dignidad. ¿Qué importa cómo se sea físicamente? ¿Qué más da?

El problema de las pijas feas es que nunca lo asumirán y culpan de su eterno complejo a las chicas normales que están detrás de un mostrador e intentan atenderlas con amabilidad, como a cualquier persona, pija o no, fea o no. Ellas responden con altanería y desprecio, y muestran su colmillo retorcido.

Llaman de forma despectiva "chica" o "chiqui" para que las atiendan sin reparar si se están dirigiendo a la dependienta, a la encargada o a la propietaria del negocio, en definitiva, a una persona con nombre, apellidos y educación. Les da igual, no suelen tener más de dos dedos de frente, de ahí que el sombrero estiloso lo lleven por debajo de las cejas azabache y que su CV se reduzca a unas prácticas en un Caja de Ahorros, a un contrato de tres meses en la Diputación (donde está tito Pucho o tita Cuca) y a estar recogidas en la empresa de papá amargando la vida a los que trabajan con ella.

Carecen de personalidad y gusto, normalmente buscan la marca que han escuchado o que le han visto a otra chica y preguntan si tienes "Uno por 50" o "Uno con 50", les da igual, total, aunque tengas "Uno de 50" nunca lo van a comprar, porque al girar la etiqueta y ver el PVP se echarán atrás y dirán que "los pendientes pesan mucho" o "me lo llevaría si lo tuvieras en negro". Eso sí, a la primera oportunidad se presentará el cachorro del PP en busca de los pendientes o del colgante marrón, porque si es regalado pesa menos o da igual el color, siempre que lleven la chapita de "Uno de 50", que ellas seguirán leyendo "Uno con 50".

Como también piensan, inocentes ellas, que la camiseta o el vestido les va a quedar igual de bien que a la Eugenia Silva de la foto del display de Jordi Labanda (algunas le llaman Jordi Labordeta ¿?) y luchan por embutirse en una talla pequeña que lo único que hace es resaltar más sus imperfecciones y su tipo morcillesco (¡viva la chicas con curvas!, ¡viva Beyoncé (bellonsí)!)

Es como si yo pensara que por tomarme un nespresso o un martini con bigotino me iba a parecer a George Clooney. Pues no, yo soy un chico con curvas y de tableta, la de nestlé de por las noches.

En fin, que no hay peor cosa que ser pija y fea, bueno, sí hay algo peor: ser pija, fea y "desperrá", y yo me he desahogado bien después de un día de estar de pie detrás de un mostrador atendiendo a gente estupenda y educada y alucinando con especímenes de gesto adusto y colmillo retorcido.

No hay comentarios: