lunes, 10 de noviembre de 2008

"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas:


Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…
"
Groucho Marx (léase con la voz en off de Groucho)

Pues sí, como diría también el gran Bogart, "muchacho, la felicidad esta hecha de pequeñas cosas" (léase con la voz en off de Humphrey).

Así termina el último "post" del blog de mi hermana Geli (http://gelice.blogspot.com/2008/11/pequeas-cosas.html) y así empieza el mío esta semana, con una pequeña cosa, el premio que nos ha tocado en la quiniela a los cuatro de la Peña: Mata, Pitera, Rafa y un servidor. Gracias a la columna que rellenó Rafa, hemos acertado 11, lo que se traduce en un "premio" de 1,56 euros.

Reconozco que un sudor frío recorrió mi espalda cuando empecé a comprobar los resultados pronosticados por Rafa y fue enorme la alegría que me llevé cuando comprobé que tenía 3 fallos. "Ufff", exclamé antes de respirar profundamente. ¿Y por qué?, se preguntarán vuestras mercedes.

Pues por algo que nunca se debe hacer: comprobar una quiniela cuando no se ha sellado y más si la haces con el resto de la "Peña", porque puede tener efectos negativos muy poco deseables, directamente proporcionales al importe del ficticio premio.

Y todo por una cadena de hechos que me llevaron no sólo a no poder sellar la quiniela sino a olvidarme de enviar los "sms" advirtiendo del hecho, para que luego no hubiese malos rollos. Desde el viernes a las 14:00 horas se puede decir que no paré hasta el sábado a las doce y pico de la noche.

Primero, la peluquería, necesitaba un corte de pelo como el comer. Después, la limpieza de la casa, no muy necesaria, pero había que hacerla. Posteriormente, la preparación de la cena a los invitados de esta noche, precisamente los 3 compañeros de la peña y sus parejas (como los últimos se fueron a las 4 de la madrugada, el despertar del día siguiente no fue precisamente al alba). Y el sábado, otro compromiso, una salida a tomar unas cañitas que se prorrogó hasta las 11 de la noche.

Y ayer, cuando me acordé por la noche pensé que ya era demasiado tarde y que, si nunca hemos acertado nada, mucha casualidad sería que precisamente ahora nos tocase una de 15.

De ahí mi alegría esta mañana al comprobar que habíamos sido premiados con 1,56 euros, que gustosamente pondré de mi bolsillo y "santas pascuas" que diría Papá Noel. Por eso lo escribo aquí, porque como este blog no lo lee nadie, nadie se va a enterar de lo sucedido.

Así que gracias a esos tres fallos esta semana volveremos a sellar la quiniela (nunca más volveré a pasar este mal trago) y cada uno seguirá soñando con sus pequeñas cosas. El Pite, con su pequeña isla del Pacífico Sur. El Mata, con su pequeña mansión sin vecinos adosados y piscina a compartir. El Rafa, con su nuevo ático en el Centro y su nuevo trabajo de autónomo sin jefe al que rendir cuentas. Y yo haré realidad el sueño de ir vestido con gabardina, sombrero de ala corta, cigarrillo ladeado y entrando en el Santander o en Bankinter diré al director:

- Muchacho, todo en la vida se acaba y nuestra relación ha tocado a su fin.

- Pero...

- No hay peros que valgan, caput, se terminó.

Y tanto que se terminó. A partir de ahora, bancos, los del parque, pues repartiendo mi parte entre los años de esperanza de vida que tiene un varón español en la Comunidad de Extremadura, me salían unos 42.000,00 (*) euros netos anuales, lo que dividido entre 12 meses me permitirá dedicar seis meses al año a viajar con mi Manu, conocer sitios y gente que merezcan la pena y, sobre todo, a sentirme a gusto con lo que hago, con gente a la que pueda echar una mano, porque puede ser que, como reza la campaña que van a poner en los autobuses de Londres, "probablemente Dios no exista, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida".

(*) Quien dice 42.000,00, dice 84.000,00, total, soñar no cuesta dinero.



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